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domingo, 18 de octubre de 2015

Las danzas de la muerte.



El origen de la danza macabra y la etimología del término.

En Grecia, cuando un hombre moría, se bailaba en corro junto a su cuerpo para marcar su paso a la otra vida sin peligro. Los cristianos recogieron esta tradición interpretando un baile funeral para celebrar el "nacimiento" a la vida eterna. Se creía que el difunto se uniría a la multitud de ángeles que con movimientos circulares glorificaban al Creador, por lo que la danza se convierte así en símbolo de comunicación entre vivos y muertos.

La Edad Media prestó además mucha importancia a una cualidad de la muerte: su poder igualador para todas las jerarquías sociales; es decir , del triunfo absoluto de la igualdad frente a la muerte. Existe cierta confusión en torno a las expresiones "danza de la muerte" y "danza macabra". 

Según algunos autores, la "danza macabra" es la danza jugada y bailada, mientras que la "danza de la muerte" sería su representación plástica (pinturas o grabados). Hay varias teorías sobre el origen y etimología del término "macabro". Para unos, derivaría de la palabra árabe "makhabar", cementerio. Para otros, de cierto trobador llamado "Macabre" o "Macabrus", cuyos restos fueron acompañados de danzas en su traslado de Italia a Colonia. Otra versión señala su origen en el término alemán "Lehn Macheria", que significa "muralla"'. Una cuarta hipótesis sostiene que la palabra "macabro" provenga del inglés "makebreak", "romperse", "quebrarse", "decaer". 

Estas danzas eran representadas en cementerios. Un escritor del siglo XII, Giraldus Cambrensis, nos hace una descripción de éstas en su "Itinerarium Cam briae": "... Ya en el cementerio, la danza se realiza alrededor del camposanto. Se ven hombres y mujeres que cantan, saltan y, como en trance, caen al suelo".

Las danzas de la muerte y la literatura.

La “Danza de la Muerte” castellana es de principios del siglo XV. Consta de más de seiscientos versos y en ella, la Muerte va llamando a bailar a diversos personajes, como el Papa, el Obispo, el Emperador, el Sacristán, el Labrador, etc., al tiempo que les recuerda que los goces mundanos tienen su fin y que todos han de morir. Todos caen en sus brazos.
El tema de la muerte dominó la Baja Edad Media, y frente a ella no había resignación cristiana, sino terror ante la pérdida de los placeres terrenales. Presenta, por un lado, una intención religiosa: recordar que los goces del mundo son perecederos y que hay que estar preparado para morir cristianamente; por otro lado, una intención satírica al hacer que todos caigan muertos, con independencia de su edad o su posición social, dado el poder igualatorio de la muerte.






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